Tradicionalmente se la conoce como el lugar desde donde observar una de las mayores obras de ingeniería de la moderna Argentina: la represa y el gran lago del complejo El Chocón-Cerros Colorados. Pero esta pintoresca villa descubrió, a poco de ser fundada, otra riqueza que le llega del confín de los tiempos: el gran yacimiento paleontológico que duerme bajo su suelo, tierra de dinosaurios y antigua selva hoy hecha piedra y meseta. Descubra a través de esta nota por qué se conoce hay a esta zona como el Jurassic Park criollo.
La Villa fue fundada a orillas del Lago Ramos Mexía, de la represa de El Chocón-Cerros Colorados. Fue en los años ’70, en pleno auge de desarrollo energético del país, y su construcción estuvo a cargo de la empresa Hidronor, la que también construyó la represa.
Sus habitantes no suman más de 1500, en su mayoría trabajadores del embalse.
Tiene un moderno diseño urbano, está construida en forma escalonada hacia el lago, con barrios de viviendas residenciales, tranquilas calles interiores, plazas y jardines. Hay oficinas de correo, banco, un supermercado y diversos comercios. Uno tiene la impresión de estar en un verdadero oasis en medio de las mesetas.
No existen establecimientos hoteleros pero sí un camping organizado y las instalaciones adecuadas como para pescar, nadar, navegar y disfrutar de una jornada diferente.
Es interesante visitar la Iglesia, donde abundan símbolos alusivos al agua y a la represa. La imagen que guarda en su interior es única, ya que se trata de Nuestra Señora de El Chocón, Patrona de los Embalses Argentinos. Se encuentra rodeada por un conjunto de veinte banderas correspondientes a los diversos países de donde eran originarios los hombres que trabajaron en la obra de El Chocón.
Frente a la Iglesia se encuentra el Museo Municipal, que se ha convertido hoy en día, en la verdadera perla de El Chocón, además de la fastuosa obra de ingeniería que es la represa. Se expone el material paleontológico hallado en la zona, un reservorio increíble de fósiles de dinosaurios, tanto mamíferos como aves, que han dejado incluso sus huellas gigantescas impresas en la piedra de la orilla del lago. No por nada se lo llama el Valle de los Dinosaurios.
La mayoría de los fósiles pertenecen al Cretácico Inferior, con una antigüedad de 105 millones de años.
Los primeros hallazgos se produjeron por impulso de investigadores de la Universidad Nacional del Comahue. Pero en el año 1993 fue un poblador de la Villa el que denunció haber encontrado un fragmento de dinosaurio. El personal del museo efectuó la verificación y se descubrió que se trataba de un ejemplar de dinosaurio carnívoro (terópodo), similar al Tyrannosaurus rex pero con un tamaño mucho mayor. Se lo llamó Giganotosaurus carolini, en honor al poblador que lo descubrió, y está considerado el dinosaurio carnívoro más grande de todos los tiempos.
Los investigadores han construido una réplica de los huesos hallados y, a partir de ésta, han realizado un modelo en tamaño real que se expone, erguido, en una de las salas del Museo Municipal.
El museo consta de siete salas, donde se encuentran fósiles de plantas, una réplica de una excavación, fósiles de animales acuáticos, un microcine, y también dos salas donde se puede ver la maqueta y todo el conjunto de las obras de la represa. El costo del ingreso es muy accesible.