Restos de historia que permanecen en el sur de Misiones. Arquitecturas que nos invitan a imaginarnos las vidas y penurias de los habitantes de un territorio por entonces no unificado. Les proponemos un recorrido por la Ruta Jesuítica Misionera.
Las ruinas jesuíticas son vestigios de una época transicional fundamental en nuestro país, en la que se destruyó tanto o más de lo que se construyó y se aniquiló a una sociedad para dar paso a otra. Sin embargo, esta es la historia de una colonización pacífica, que si bien ha tenido aspectos negativos como la imposición de una cultura, religión e idioma, también ha logrado apaciguar el sufrimiento de las comunidades indígenas al reconocer a sus miembros como personas dignas de una educación y oficio, y no como animales sin alma, pasibles de ser esclavizados, como se creía por aquellos años.
Los orígenes
Las reducciones fundadas por la Compañía de Jesús fueron establecidas en el siglo XVII, con miras a emprender su gesta evangelizadora. Para entonces, la población guaraní se había reducido a la mitad, luego de haber sufrido durante 50 años no sólo las muertes propias de las luchas de resistencia sino también enfermedades traídas por los conquistadores europeos y los malos tratos a mano de los encomenderos españoles. Además, la violencia moral y psicológica por el sometimiento había llegado a un punto tal que las mujeres no deseaban tener descendencia. Y no sólo eso, sino que las tekoas (comunidades) eran asoladas por los temidos bandeirantes, cazadores de esclavos llegados desde San Pablo (Brasil). Mediante la utilización del trabajo indígena planificado fue posible la construcción de una base económica estable que originó numerosos conflictos por la posesión de la mano de obra. Sus habitantes subsistían y pagaban los tributos principalmente mediante las producciones agrícolas, pero además aprendieron oficios manuales.
Los jesuitas supieron aprovechar mitos y formas de organización propias de los indígenas para conseguir su aceptación, aunque en última instancia todo quedaba subsumido a la autoridad del Rey. En cuanto al gobierno local, existía un Cabildo en la plaza central de cada reducción jesuítica con sus propias autoridades que eran designadas por el gobernador, como ser el corregidor y los alcaldes entre otros. Aún así, loscaciques cumplieron una función muy importante, siendo voceros directos entre los padres jesuitas y el pueblo nativo.
En cuanto a la educación, la enseñanza de la lectura y la escritura fue un paso democratizador importante. Inclusive las reducciones contaron con la primera imprenta fundada por los padres Juan Bautista Neuman y José Serrano, quienes armaron una prensa, y publicaron los primeros libros. Las impresiones se hicieron en Loreto, San Javier y Santa María La Mayor.
Por orden del Rey Carlos III a partir de 1767 los jesuitas fueron expulsados, y con el tiempo y tras los saqueos de tropas paraguayas, la mayoría de las reducciones quedaron destruidas. Aún así, es posible echar un vistazo a estas imponentes estructuras arquitectónicas y al significado que se palpa tras sus muros.
Las destacadas de la ruta
Las reducciones jesuíticas de la provincia de Misiones están distribuidas sobre la costa del río Uruguay, y también próximas al Paraná: San Ignacio Miní, Loreto, Santa Ana, Corpus, Candelaria, San José, Apóstoles, Concepción, Santa María la Mayor, Mártires y San Javier. En la actual provincia de Corrientes: San Carlos, Santo Tomé, La Cruz y Yapeyú. Los restantes 15 reductos, quedaron en territorio paraguayo y brasileño, formándose así una organización de 30 pueblos organizados bajo una estructura social europea, pero a la vez tomando aportes de la cosmovisión guaraní.
En 1984 las ruinas de San Ignacio, Loreto, Santa María y Santa Ana, en la provincia de Misiones y en Yapeyú, Santo Tomé y San Carlos en la provincia de Corrientes, fueron declaradas Patrimonio Histórico Mundial por la UNESCO.
Reducción de Nuestra Señora de Loreto
Estas ruinas se encuentran ubicadas en la localidad de Loreto a dos kilómetros de la Ruta Nac. Nº 12 y. 50 Km. de la ciudad de Posadas. Fue creada en 1632 pero recién en 1686 adquirió esta ultima ubicación sobre la ribera del río Paraná
La importancia que adquirió en aquella época se debió a su gran producción de lienzos y yerba mate y por haber contado con la primera imprenta de la época, en la cual se editaron numerosos libros, varios en idioma Guaraní.
Bajo los árboles apenas sobresalen unos muros y cimientos de este emplazamiento jesuítico, que ha sufrido varios saqueos e incendios y por ende la migración de sus habitantes y el avance de la selva, quedando poco testimonio de esta reducción en la actualidad.
Ruinas de San Ignacio Miní
Están ubicadas en pleno centro de la localidad de San Ignacio, a una distancia de 60 Km. de la ciudad de Posadas, capital de la Provincia de Misiones, por la Ruta Nacional Nº 12. Al estar parcialmentereconstruidas y gracias a los esfuerzos de conservación y restauración, permiten adentrarse en la historia de las misiones entre los siglos XVII y XVIII.
Fue fundada en 1610 en Guayrá pero debió trasladarse a Paranaimá en 1655 a raíz de los ataques de los mamelucos, y nuevamente en 1695 hacia donde actualmente se la encuentra. Se la denominó San Ignacio Miní para distinguirla de la de San Ignacio Guazú fundada con anterioridad. “Miní” quiere decir “pequeño” o “menor” en guaraní, y “guazú” quiere decir “grande” o “mayor”.
Si bien el trazado urbano conserva las características del resto de las reducciones jesuíticas, es decir una plaza central, la casa del padre jesuita, el colegio, el cementerio, las viviendas, el cabildo y la capilla, se destaca principalmente el edificio de la iglesia.
Llegó a contar con alrededor de 3.300 habitantes y su cercanía con el río Paraná le permitió un intercambio fluido con las otras reducciones.
Hoy en día, en la plaza central, se desarrolla un espectáculo de Luz y Sonido en donde se relata la experiencia de vida en las misiones desde sus inicios hasta la expulsión en 1768.
Ruinas de Santa María La Mayor
Están ubicadas en el Departamento de San Javier-Itacaruaré, a 120 km. de Posadas, y se puede acceder mediante las Rutas Nº.105/ 201/ 1/ 2.
Fue fundada en 1626 por el Padre Diego de Boroa en la zona oriental del río Paraná, aunque fue trasladada tempranamente hacia la margen occidental del río Uruguay, nuevamente a causa de la persecución de los bandeirantes en el área. En 1633 se ubicó en las cercanías de la reducción de los Santos Mártires del Japón y a fines del siglo XVII se trasladó al actual emplazamiento, en donde permaneció hasta su destrucción (saqueo e incendio), ocurrido en 1817 durante las invasiones portuguesas.
Reducción de Santa Ana
Estas ruinas se encuentran en la localidad de Santa Ana a 700 m. de la Ruta Nacional Nº 12 y a 40 Km. de la ciudad de Posadas.
La primera reducción fue fundada en 1633 en actual territorio riograndense (Brasil), pero nuevamente a causa de los bandeirantes 2 mil guaraníes emigraron temporalmente hacia el Alto Paraná, asentándose definitivamente en el actual emplazamiento en 1660.
A pesar del avance de la selva, se puede apreciar la plaza central, la Iglesia, las viviendas, los talleres y el cementerio, utilizado posteriormente por los primeros pobladores de la localidad de Santa Ana. Asimismo es posible advertir lo que fue la estructura productiva de esta reducción, sus aguadas, solares, huerto y sistema de riego escalonado. La particularidad que presenta es la secuencia de plazas y plazoletas que contrastan con el modelo urbano de las demás reducciones.
Una característica arquitectónica común es precisamente que en la etapa de fundación y trazados, la construcción solía ser precaria y simple, en adobe, tapia y paja. Recién a fines del siglo XVII, luego de la derrota de los bandeirantes en la batalla de MBORORÉ de 1641, cada ciudad se asienta definitivamente y se organiza conforme a un proyecto urbanístico, donde las edificaciones son de piedra y maderas de ley, que es básicamente lo que se puede observar hoy en día en las ruinas.
La zona en general cuenta con buena infraestructura para el turismo e instalaciones para actividades al aire libre. En todos los casos, hay museos en los que se conservan numerosos testimonios que se han recolectado en las excavaciones.
Huellas para pensar
Las misiones jesuíticas desaparecieron, borradas de un plumazo por una orden superior. ¿Justa? ¿Absurda? Podemos discutirlo. Lo que es indudable es que la permanencia de sus ruinas, que luchan por no sucumbir devoradas por la selva, nos invita a una reflexión. Los misioneros jesuitas buscaban evangelizar a los guaraníes, pero lo hicieron de un modo muy particular. Eligieron retomar sus costumbres, sus creencias, y resignificarlas. Por eso hoy podemos leer en esas ruinas, como en un palimpsesto, rasgos importantes de la cultura guaranítica.
Y, aunque sea un atrevimiento, podemos ir un paso más allá y pensar que la fusión, la mezcla, la “contaminación” si se quiere, dio como resultado una fuerza poderosa, que resiste el paso del tiempo. Para pensar en épocas de tanto rechazo a la inmigración, de tanto temor a supuestas invasiones…
Definitivamente una visita necesaria cuando se tiene la oportunidad de conocer el Litoral argentino.