A pesar de su escasa difusión, la música patagónica tiene desde sus inicios ancestrales un gran desarrollo e importancia en la cultura de su pueblo. Lo invitamos a realizar un recorrido desde aquellos orígenes hasta nuestros días.
El fuego del centro de la escena es acometido por los movimientos circulares de cuatro hombres. Con chiripás y diademas de plumas rojas de avestruz, ellos corren, saltan, se agachan y vuelven a erguirse mientras sus cabezas se sacuden fuertemente al ritmo del kultrún y la trutruka. Como poseídos por el espíritu de los animales de la región, se dejan llevar por la música en su afán de ser los últimos en mantenerse de pie. Lo que hacen se llama loncomeo, y es uno de los tantos géneros musicales y bailes de la Patagonia.
La música como fuente de identidad
El loncomeo se realizaba únicamente en la fiesta mapuche Huecunruca, ofrecida debido a la primera menstruación de una niña. Dentro de esta fiesta los hombres danzaban participando al mismo tiempo de un ritual religioso y de una competencia, cuyo objetivo era ser el último que continuaba bailando.
De esta danza ritual sobreviven hoy en día su ritmo y sus canciones, retomados por artistas folklóricos contemporáneos. Este es el caso del neuquino Marcelo Berbel, uno de los poetas más reconocidos de la Patagonia, y sus hijos; cuyo tema “Amutuy Soledad” fue recogido por Soledad Pastorutti en su disco Soledad.
Amutuy Soledad de los hermanos Berbel
Marisa Cirilo y Ricardo Parada, dos músicos de San Martín de los Andes que integran el dúo Huerquen, musicalizaron poemas de Marcelo Berbel y los cantaron junto a él. El dúo recopila, crea y difunde las diferentes formas de expresión que adoptó la música característica de la región: el kaani, el loncomeo, la chorillera, la polca y el retumbo cordillerano.
A piedras voces de Paillacán
Otro ejemplo de esto es el cantautor de Esquel Eduardo Paillacán que interpreta canciones ancestrales en Mapundungun, la lengua nativa del pueblo Mapuche.
El músico Raúl Mario Silva hizo, entre 1979 y 1998, un trabajo de recopilación testimonial de piezas musicales tehuelches en Chubut y Santa Cruz que tituló Caminos sonoros de la Patagonia.
En este trabajo explica que en la música tehuelche predominan el canto en un registro grave y medio agudo, las aspiraciones y los acentos reiterados, y una métrica irregular.
Silva también hace referencia a que la música mapuche esta relacionada generalmente con rogativas místicas. Dentro de este grupo, destaca el Taiel, o canto, y los romanceos, o poesías cantadas. Como conclusión afirma que “el repertorio vocal sagrado es la fuente de la identidad étnica del pueblo mapuche».
Rapinilke Mapu por Beatriz Pichi Malen
Un entramado musical austral
La riqueza de la música originaria convive en la región con otros estilos musicales foráneos que se desarrollan con velocidad. El rock, el jazz, la música clásica y la electrónica se le suman en un ejemplo vivo del entramado cultural de la región.
La música de Lisandro Aristimuño es un ejemplo vivo de esta mixtura cultural. En ella convergen una base folklórica, acentos electrónicos y espíritu pop. Aristimuño, nacido en Viedma en el año 1987, logró llevar a oídos transcontinentales los vientos del sur y los matices de su tierra natal.
Su ultimo disco 39º editado en el 2007 continúa el camino iniciado por sus predecesores, Azules turquesas y Ese asunto de la ventana.
El árbol caído de Lisandro Aristimuño
La Patagonia rebelde
El rock también vive en la Patagonia. Un ámbito en cuyo aire se alberga el espíritu histórico de la rebeldía no podía escapársele a los acordes del rock. Así es que en el circuito rockero de la región suenan unas cuantas bandas en ebullición.
Nación Evasora, Mosca Roseta, y Zero frío son algunos ejemplos de rock patagónico que trascendió los limites de la región.
Nación Evasora nació en los albores de la década del noventa en Viedma. Luego de variaciones en su composición, una serie de recitales a lo largo del territorio nacional, tres discos editados y una huella imperecedera en la historia del rock local, la banda se separó doce años
después.
Río de los sueños de Mosca Roseta
Mosca Roseta, de Bariloche, es otra de las bandas emblemáticas. Con una fusión de rock y funk- un estilo derivado del jazz y del soul-, una visión crítica sobre la realidad y una esencia austral se bajaron de los escenarios para ilustrar los graffitis callejeros de las principales ciudades argentinas.
Desde El Calafate, Zero frío se lanzó al mundo gracias a ser la banda con más fans en toda Latinoamérica en el concurso de MTV “Adiós garage”. El grupo está formado por Franco Behrens (voz), Mariano Escalante (bajo), Pablo Rial (guitarra) y Federico Machelett (batería).
Su sonido es resultado de una fusión entre varios estilos como rock, funk, post punk y algo de grunge metal. Este año llega al mercado su primer LP y ya se puede ver su video clip del single «Rendido a tus pies», grabado en el Glaciar Perito Moreno y en la ciudad de El Calafate.
Rendido a tus pies de Zero frío
El sur se viste de gala
La música clásica, en una especie de lenta invasión, fue apoderándose de la agenda cultural de la zona austral. Orquestas, como la Sinfónica de Neuquén o la Filarmónica de Ushuaia, y festivales, como la Semana musical del Llao Llao o el Festival Internacional de Ushuaia, florecieron asombrosamente.
La Semana Musical del Llao Llao ofrece en San Carlos de Bariloche desde 1993 “el encuentro del arte y la naturaleza”. Con Martín Nijensohn como director general, este año del 11 al 19 de octubre tendrá lugar la decimosexta edición.
En esta ocasión estarán presentes la Orquesta Sinfónica de Neuquén, con la participación del violinista Noe Inui; la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Cuyo con el solista cubano Roberto Urbay en piano; el Cuarteto Alexander de EEUU; el Swiss Piano Trío de Suiza; y el recital de piano de Vanessa Perez de Venezuela.
Orquesta Sinfonica Juvenil UNR en la Semana Musical Llao-llao.
Goran Filipec en el Festival internacional de Ushuaia
Electropatagonia
La incursión incesante de los aparatos tecnológicos en las diferentes esferas de la vida cotidiana trajeron consigo un nuevo genero: la música electrónica. Y por estas tierras el fenómeno no se hizo esperar. Con la década del noventa aparecen las primeras fiestas “punchis” en salones y boliches bailables alquilados.
En 1993 se hizo en Neuquén la primera fiesta al aire libre del país, la Technology Night Mix, con Darío Arcas a la cabeza, uno de los DJs y organizadores referentes de la zona. La siguieron desde el año 2002 fiestas mas masivas como la Apocalipsis, la Dance Park, la Nividance y la Uniquedance; y la apertura de boliches en Neuquén con este tipo de música de forma exclusiva como la disco Rita y One. Como corolario, desde hace unos años la ciudad se convirtió en una de las sedes de Creamfields, el festival de música electrónica mas importante a nivel mundial.
Darío Arcas en la Nividance
La primera banda de música electrónica patagónica también
nació en el 2003 en la ciudad de Neuquén: Another Freak. Su estilo se puede definir como una mezcla de drum and bass, reggae, dub, música electrónica y rock, utilizando batería acústica, bajo, guitarra, flauta, sintetizador y groove box. Esta formada por Luis Ferri (bajo, groove box, sintetizadores y programaciones), el Chakal Héctor Navarro (batería, sintetizadores, programaciones y trompeta) y Juan Fort (guitarra, flauta, sintetizadores, groove box, efectos y programaciones).
Another Freak
En San Carlos de Bariloche Nico Cano, Chairaman, Din-Tun y Doom son algunos de los DJs destacados que se encargan de promover año tras año la consolidación del circuito electrónico nacional.
El DJ fueguino Gustavo Godoy por su parte participara por segunda vez como finalista del concurso internacional Thirst, organizado por Heineken en búsqueda de nuevos talentos alrededor del globo.
Dj´s Gustavo Godoy y Alejandro Velasquez
Los pies se pierden en un salto frenético, estrepitosamente caen sobre la tierra, retumban en sus entrañas. Los latidos se aglutinan, cabalgan llevados por la música. Las miradas se pierden en la noche amanecida por unos cuantos reflectores que, indiscretamente, van descubriendo el paisaje. Los danzantes pretenden enfrentar allí al sol. Mientras tanto, la atención se concentra en aquel hombre que marca el ritmo, aquel que llaman DJ y que hace lo que llaman música electrónica.