Hace un tiempo, comenzó a circular en los medios de prensa del país un proyecto interesantísimo a nivel turístico para la Patagonia: la posibilidad de crear un tren para pasajeros que realice el trayecto entre Río Gallegos y Río Turbio, circulando por las vías utilizadas actualmente por el tren carguero que transporta el carbón desde los Andes al mar. En esta nota le contamos los entretelones del proyecto y la historia de ese viejo tren.
A fines de la década del 40 la explotación del carbón estaba en su apogeo. El traslado desde el centro de extracción, las minas de Río Turbio, hasta el Puerto de Río Gallegos se había (mal) resuelto, hasta ese momento, por medio de camiones. Un hombre visionario y decidido a hacer las cosas con un presupuesto casi inexistente, utilizando al máximo los elementos disponibles en el lugar, concibió, proyectó y ejecutó esta obra. Fue el ingeniero Atilio Cappa. Reunió durmientes en desuso, antiguas locomotoras, vagones carboneros que estaban tirados en Puerto Belgrano, y le dio forma a su idea.
La particularidad de este tren es que tiene una trocha económica, de 75 cm. y es uno de los últimos del país con tracción a vapor. Utiliza el mismo carbón de Río Turbio como combustible.
Hoy en día todavía está en actividad. Largas formaciones de vagones cargueros cruzan la estepa santacruceña, pero no hay tráfico de pasajeros.
La intención de asociaciones privadas y de las autoridades de Santa Cruz es reactivar el ramal aprovechando su considerable potencial turístico y la atractiva posibilidad de transformarlo en una conexión bioceánica con extensiones hasta Chile.
El transporte por ferrocarril en la Patagonia tiene una enorme importancia histórica, económica y cultural. Éste, además, le agrega el atractivo de llevar pasajeros por la meseta patagónica rumbo al Parque Nacional Los Glaciares en la Argentina y Torres del Paine en Chile (a 300 y 75 km. de Río Turbio respectivamente). Son los parques del sur de América del Sur más famosos en el hemisferio norte.
Para los amantes de los trenes tiene un valor agregado: sus locomotoras a vapor, modelo Mitsubishi, japonesas, son de las últimas que se construyeron en el mundo.
La misión que se han propuesto funcionarios municipales de Río Turbio, ex maquinistas y nostálgicos es restaurar algunas de las locomotoras a vapor (que funcionaban hasta hace unos años, cuando fueron reemplazadas por otras más modernas a gas oil), los coches de pasajeros y poner todo sobre los rieles. De hecho no parece una idea descabellada ni que signifique una inversión demasiado importante. Este tren está en funcionamiento, sólo habría que poner en condiciones más aptas para el turismo alguna de las estaciones intermedias (o «apeaderos», en la jerga del ferrocarril). La vieja estación de Río Turbio conserva todo el encanto de su historia: tiene las paredes hechas con piedra y durmientes y la rodean las sierras de las minas. El trayecto completo demora unas 11 horas, pero los horarios no serían muy estrictos ya que el tiempo del viaje depende mucho de las condiciones climáticas.
Para muchos viajeros intrépidos sería hacer realidad una quimera: atravesar la Patagonia en un tren a vapor, verla en su estado más puro, como la imaginaron a través de la lectura de tantos de sus mitos.
Los antiguos coches para el traslado de pasajeros, que en otra época se enganchaban una vez por semana a la formación, tienen una estufa a leña en el centro. Cuentan los pocos que tuvieron el privilegio de realizar alguno de estos viajes, que en los tramos en que el tren circulaba a paso de hombre, se bajaban para juntar huevos de ñandú, correr junto a las manadas de ovejas espantadas por el tren y caminar a la par de los vagones…
No es un proyecto faraónico, solamente hay que reciclar apenas la vieja estructura y poner en marcha este sueño: el tren de trocha angosta más austral del mundo surcando con sus locomotoras a vapor la Patagonia más pura, entre el Atlántico y los Glaciares…