En Tierra del Fuego habitaban dos grandes grupos indígenas: los Selk’nam en la parte continental, y los Yámanas, que vivían la mayor parte del tiempo sobre canoas, en los canales y las costas fueguinas.
Los Selk’nam, más conocidos como Onas, pertenecían a la raza de los Tehuelches o Pámpidas. Se destacaron como cazadores de guanacos, lo que constituía la base de su economía.
La pintura corporal era uno de sus rasgos culturales más importantes, como así también la iniciación de sus jóvenes varones mediante el llamado Rito del Hain.
No tenían jefes o caciques, solamente una elite integrada por «chamanes», sabios y profetas que gozaban de privilegios y reconocimiento social, inspirados en el temor a sus poderes sobrenaturales. No poseían religión estructurada y temían la muerte por brujería.
En cuanto a la población estimada, antes de la llegada del europeo, se calculaba en unos 10.000 en toda la Isla (Siglo XVII). Pero hacia 1919, 50 años después del asentamiento del hombre blanco en Tierra del Fuego, había sólo 350 nativos.
Actualmente esta raza ya no existe. Hace pocos años murió el último de los onas de ascendencia directa.
En las costas e islas de los canales fueguinos vivían los yámanas. Ellos se alimentaban de los productos del mar: moluscos, mejillones, cangrejos y peces. Se trasladaban en canoas hechas con cortezas de árboles. En la canoa iba toda la familia: el hombre con el arpón en la mano, esperaba a su presa; la mujer remaba y atracaba la canoa y los niños atendían el fuego que ardía permanentemente en la embarcación, sobre una base de tierra y piedras. Vivían en chozas hechas con ramas, que tenían una excavación en el centro, de modo que eran semi-subterráneas. Se vestían con mantos de pieles de focas o de nutria.