La Patagonia es una de las regiones menos pobladas del planeta. Hay zonas dentro de ella que tienen una densidad demográfica de menos de un habitante por kilómetro cuadrado.
Esto representa una situación contradictoria: Por un lado es una ventaja porque constituye una reserva de territorio y recursos en un mundo cada vez más superpoblado y que, según los especialistas, va camino al colapso poblacional en el transcurso de este milenio. Por otro lado, desde el punto de vista geopolítico es una desventaja: se transforma en una región vulnerable a los despojos de recursos y tierras por parte de cualquier persona malintencionada que quiera hacerlo. En un territorio tan grande y a veces de difícil acceso, los mecanismos de control son siempre deficitarios.
Pero recorramos un poco la historia de cómo se pobló este remoto confín de la Tierra: parece que los primeros hombres que pisaron esta región llegaron del Norte. Eran esforzados caminantes pertenecientes a uno de los grupos que se supone cruzaron el Estrecho de Béring en la época de las glaciaciones.
Con el correr de los años y los siglos, fueron conformándose dos grandes grupos raciales indígenas divididos a su vez en diversas tribus o pueblos. Los aborígenes de la Patagonia, aunque no dieron origen a ninguna gran civilización, del estilo de la azteca o maya, tienen una historia fascinante de adaptación a un medio ambiente difícil y agresivo.
Luego llegaron los europeos. Pero mucho antes de que comenzara una verdadera colonización, exploradores, viajeros y científicos recorrieron las costas patagónicas, hicieron estudios, elaboraron mapas, se internaron por sus ríos y llegaron hasta la Cordillera de los Andes. Los impulsaba el afán de conocer, la búsqueda de un paso hacia el Pacífico y también infinidad de mitos e historias fantásticas que poblaron desde un principio esta tierra.
Hubo que esperar un poco para que una verdadera colonización se asentara en territorio patagónico. Y los colonos llegaron desde lugares a veces insospechados… como los galeses que se asentaron en la provincia de Chubut. Todo este abanico de pueblos le da a la Patagonia ese carácter tan particular que la diferencia de otras regiones dentro de Argentina.
Y hoy la Patagonia sigue construyendo esta historia de contrastes: hippies bucólicos en busca de lugares tranquilos para vivir en comunidad se acercaron en la década del 60, ricos y famosos compran tierras casi vírgenes donde construyen mansiones alejadas del mundanal ruido, y gente común, la de todos los días, sigue llegando con las valijas llenas de deseos y ambiciones. Deseo de una vida más sana, de contacto con la naturaleza. Ambición de realización personal, de crecimiento. Pero también, como antes, en todos ellos hay un espíritu de pioneros que nos persigue desde el primer caminante que desde el lejano norte llegó a «La Tierra, como solía ser»…