Por si fuera poco, la Antártida no solo desafía las leyes naturales conocidas sino también los sentidos y la propia percepción. El famoso “blanqueo”, generado por las condiciones del terreno, es un fenómeno óptico en el cual no se ven sombras. El terreno es uno de los factores de esta ‘Oscuridad Blanca’. Este fenómeno, inofensivo como parece, es en rigor un factor de alta peligrosidad ya que priva a uno de la sensación de profundidad, no se pueden determinar las distancias por falta de referencias y, dada la ausencia de sombras, no se pueden detectar peligrosos accidentes del terreno o la presencia de grietas.
Cuentan aquellos que han vivido esta ‘oscuridad blanca’ que la sensación de falta de seguridad es absoluta: las voces suenan diferentes, el silencio es sepulcral, no hay vientos en el ambiente y suele haber espejismos creados por los halos de luz solar que atraviesan los cristales de hielo flotando en la atmósfera de esta tierra incierta.
Sin embargo, en medio de la inquietud, la belleza se despliega en todo su esplendor ante la vista de manera igualmente poderosa. La Aurora Austral se trata de un espectáculo irresistible en el cielo; un fenómeno óptico en donde se observan brillos verdes, amarillos, rojos, azules, etc. a kilómetros de la tierra, en la ionosfera, creado por el campo magnético y los vientos solares.