¿Realidad o ficción? ¿Observación fehaciente o chiste astuto? Una vez más nos vemos enfrentados al dilema de tomar partido en un caso que, históricamente, ha suscitado controversia. ¿Existe o existió en el Lago Nahuel Huapi la criatura acuática conocida como Nahuelito?
Por momentos nos sentimos inclinados a pensar que se trata de un relato marketinero. Pero la reiteración de los comentarios a favor de la existencia de esta versión doméstica del monstruo del lago Ness, la considerable cantidad de expediciones consagradas a encontrarlo, y el hecho de que el 50 % de los habitantes de Bariloche crea en Nahuelito (según una encuesta) nos impone, al menos, el deber de tratar el asunto con seriedad.
Es claro, pese a las enérgicas afirmaciones de la existencia de Nahuelito, que el caso presenta todos los signos de una leyenda. Repasemos las distintas hipótesis, a favor y en contra de la veracidad de la historia:
Nahuelito es un dinosaurio: es la teoría más popular. Enuncia que el origen de la criatura se remontaría a tiempos prehistóricos. El Nahuelito vendría a ser una variante del plesiosaurio. Esta hipótesis se presenta a priori como la más sensata. No obstante, no resiste el hecho comprobado de que los lagos en los que moraría el mítico animal se formaron en una etapa geológica posterior a la extinción de la especie señalada.
Nahuelito surge de una mutación: esta versión, un tanto insólita, sugiere que Nahuelito es el resultado inesperado de una misteriosa mutación producida a partir de experimentos nucleares realizados en la década del 50´ en la Isla Huemul.
Nahuelito es, en realidad, un submarino: esta explicación atribuye las apariciones a una pequeña nave submarina de origen desconocido perseguida en los 60´ por la armada argentina. La fisonomía de este ejemplar mecánico habría sido confundida por su aspecto con una criatura acuática.
Finalmente, otras hipótesis explican que lo que ojos torpes o fantasiosos no tuvieron la menor vacilación en señalar como Nahuelito, correspondería en realidad a troncos a la deriva, materia orgánica acumulada en estado de putrefacción, burbujas de gas que agitaban la superficie o hasta rebaños de ovejas que cruzaban el lago a nado por su parte más baja en busca de mejores pasturas (las cuales vistas en conjunto parecían un gran animal nadando). ¡Sí, señores, es probable que a esta altura el Nahuelito tenga conflictos de identidad!
Las teorías que abonan la existencia de Nahuelito, evidentemente, continúan bajo el velo de la ambigüedad. Jamás han sido científicamente demostradas y probablemente no lo vayan a ser, pero es curioso que la gran mayoría de los relatos coinciden en describirlo como un animal de aproximadamente 10-15 metros, dos jorobas, piel de cuero y, en ocasiones, un cuello en forma de cisne. Resulta llamativo que esta caracterización se asemeje a las descripciones que hicieron los mapuches doscientos años antes.
El legado de las leyendas aborígenes acerca de un animal acuático (los mapuches lo llamaban “cuero”) retozando en las aguas del Nahuel Huapi fue recuperado a comienzos del siglo XX. En 1910, George Garret se desempeñaba como gerente en una compañía que navegaba por el lago Nahuel Huapi. Un día de aquel año avistó un animal que, de acuerdo a su testimonio, «parecía tener entre 15 o 20 pies de diámetro, sobresalía quizás 6 pies por encima del agua y estuvo 15 minutos a la vista». Esta experiencia recién salió a la luz pública en 1922 en un artículo publicado por el periódico Toronto Globe. En aquella época, las historias acerca de la existencia de monstruos acuáticos estaban en boga a partir de la gran consideración mediática que tenía Nessie, la bestia del lago Ness.
La primera expedición para encontrar a Nahuelito se llevó a cabo ese año. Fue capitaneada por el superintendente del zoológico de Buenos Aires José Chiagi, luego de que el insigne buscador de oro norteamericano y ex sheriff Martín Sheffield informara acerca de huellas al director del zoológico Dr. Clemente Onelli. Sheffield había arribado a la Patagonia tras la pista de los célebres bandidos Butch Cassidy y Sundance Kid.
A partir de entonces, las expediciones para capturar a Nahuelito no cesaron, a pesar de las permanentes quejas de las asociaciones protectoras de animales que se oponían a las incursiones de grupos de caza en las costas del Nahuel Huapi.
Que estas empresas de búsqueda nunca hayan obtenido resultados positivos, no significa que las creencias que avalan la existencia de Nahuelito hubieran caducado. Éstas se basan en los avistamientos de muchas personas y en documentos fotográficos no concluyentes. El misterio sigue en pie.
Ya sea objeto de conocimiento o de la imaginación, el enigma Nahuelito es una sana excusa para mantener en estado de vigilia la curiosidad del hombre. Las aguas del Nahuel Huapi, rodeadas de importantes centros turísticos como Bariloche y Villa La Angostura, nos invitan a explorar sus secretos.
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