Superada la etapa de la antigüedad hay dos hechos muy importantes: el desarrollo de una cultura ciudadana y la conquista de todo el territorio por parte de los incas.
Ya en la era cristiana, hay dos hechos que son muy importantes. El primero es el desarrollo de una gran cultura que incluía el urbanismo y la explotación metalúrgica del cobre, llevada a cabo por los diaguitas. Éste es un nombre genérico que dieron los conquistadores a indios pertenecientes en realidad a tribus muy diversas: tolombones, pulares, calchaquíes, chicoanas, quilmes, luracataos y cachis.
En el Museo de Antropología se pueden ver restos de esta presencia cultural: piedras, armas, vasijas, adornos.
Los diaguitas fueron los que sufrieron la conquista de los Incas, el segundo acontecimiento importante de este período.
Apenas iniciada la conquista, los diaguitas se extinguieron.
Los incas eran el pueblo más avanzado y poderoso de la región. Eran originarios de más al norte, se cree que esta cultura fue iniciada por pueblos provenientes de la zona del Lago Titicaca. En el período de su apogeo llegaron a dominar toda la región andina, desde Colombia hasta Chile y parte de la Argentina (recordar Puente del Inca, en Mendoza).
Este dominio sólo cayó ante la llegada de los conquistadores españoles, en el siglo XVI.
La sociedad incaica se dividía en tres clases: la nobleza, el pueblo y los yanaconas o servidores del imperio (esclavos). La base de la organización social eran los “ayllus”, conjunto de familias con un antepasado en común.
En la ciudad de Cuzco, capital del imperio, vivía el Inca, gobernante supremo que ostentaba un poder absoluto y hereditario.
Poseían un avanzado sistema de agricultura, que incluía el cultivo en terrazas escalonadas, con redes de acequias y canales.
Su alimentación incluía el maíz, la papa (de la que habían logrado distintas variedades), la quinoa y el ají. Comían carne de llama, de la que también aprovechaban el cuero y la lana.
Resultan asombrosas todavía hoy las construcciones que lograron con grandes bloques de piedra, unidos entre sí sin argamasa. En Salta y Jujuy se conservan muchas edificaciones incaicas, aunque la joya de este tipo de arquitectura es el Machu Pichu, en Perú.
Los incas eran grandes hilanderos, tejedores y ceramistas. Muchas de estas actividades continúan siendo practicadas por sus descendientes con inusual maestría y se pueden conseguir los mercados de la ciudad y alrededores.
Su religión era politeísta, adoraban al sol, la tierra y la luna, y tenían un importante culto a los muertos. Estos elementos fueron decisivos al producirse la fusión con el cristianismo de los conquistadores.