Después de algunas décadas de olvido e indiferencia, el tango vive un nuevo período de esplendor en el siglo XXI
Durante las últimas décadas los jóvenes se acercaron al tango netamente influenciados por Astor Piazzolla y sus aires de renovación. Se instaló el debate entre el tango para bailar y el tango para escuchar, entre tocar el bandoneón parado o sentado, entre la informalidad y la estructura de antaño. Y toda una generación post-piazzolliana presentaba propuestas que seguían las tendencias del “maestro”.
Hoy estamos frente a una nueva etapa donde se acallaron las viejas discusiones entre lo tradicional y la vanguardia, lo viejo y lo nuevo y hay mucho y nuevo para decir.
El abanico de propuestas es muy diverso. Hay toda una generación de jóvenes desempolvando viejas partituras y rescatando la obra de la Guardia Vieja. Y en la otra punta, la propuesta de tango electrónico (Gotan Project, Bajofondo, etc) que logró que la música de Buenos Aires llegue a sonar en ámbitos antes impensados como las pistas de baile en los clubs de moda.
Hay muchos jóvenes en el tango que son excelentes músicos y apuestan a propuestas de muchísima calidad. Hay un grupo que propone el rescate del canto con guitarras, con reminiscencias corsinianas y gardelianas. Es el caso de Las Bordonas, del Cardenal Domínguez, de 34 Puñaladas (que proponen un repertorio de tangos carcelarios que remiten a los míticos cuchilleros y su universo), de Walter Chino Laborde y Dipi Kvitko, de Alfredo Piro, de Brian Chambouleyron, entre otros.
Por otro lado hay una reivindicación de la Orquesta Típica, esa formación legendaria del tango que ejecutaba con excelencia un tango para ser bailado. Entre ellas, cabe mencionar las orquestas El Arranque, Vale Tango, la Fernández Fierro, la Orquesta Sans Souci, y la de Rodolfo Mederos, quien luego de experimentar con la nueva sonoridad del tango, propone el regreso al origen.
En cuanto al repertorio, hay una búsqueda de perlitas olvidadas, viejos tangos muchas veces nunca registrados que hablan románticamente de una Buenos Aires que ya fue.
No faltan los tangos con temáticas actuales como la obra de Javier González y con jóvenes poetas como Alejandro Szwarcman y que canta Patricia Barone en sus temas románticos y de crítica social; la obra del pianista José Ogivieki y un grupo de nuevos letristas como Juan Vattuone, y Adela Balbín, entre otros.
En cuanto al tango instrumental, hay toda una generación proponiendo una nueva sonoridad sin perder lo genuino del tango, grandes talentos jóvenes muy buscados como directores y arregladores como Cristian Zárate (piano), César Angeleri (guitarra), Pablo Mainetti (bandoneón), Pablo Agri (violín), Julian Vat (flauta y saxo), Andrés Linetzky (piano) y Nicolás Ledesma (piano), entre los más destacados. Todos ellos liderando además sus propias formaciones.
Son muy interesantes además las nuevas voces del género como Esteban Riera, el Cardenal Domínguez, Noelia Moncada, Verónika Silva (quien fuera la voz de Gotan Project y ahora presenta su repertorio de tangos clásicos), Roxana Fontan (quien fuera la primera cantante argentina en cantar en el Kremlin, con una voz única y personal.
Tampoco faltan las propuestas de fusión, entre las que se destacan “Colonizados”, una fusión de tango y son cubano, “La chicana” (que propone tangos propios con influencias musicales), “Pablo Porcelli Ensemble”, una propuesta del jazz al tango y la Orquesta de Pequeños Reincidentes, una propuesta urbana del rock al tango, y Juan Carlos Cáceres (músico argentino radicado en París) con su propuesta de “Tango Negro”, una fusión de tangos, candombes y milongas en el rescate del origen negro del tango.
