Son dos símbolos de civilización que fueron fundados a la vez, al igual que el faro y la mítica biblioteca de Alejandría. Son dos rastros de conocimiento pasado, que continúan funcionando para un saber futuro.
Este año se cumplió el 120 aniversario de la creación del faro y la biblioteca de Viedma, dos símbolos de conocimiento y avances técnicos que permanecen estoicos, como testimonios vivos de la historia.
Uno se yergue sobre el nacimiento de los acantilados que caracterizan a la costa patagónica, a 30 kilómetros de la ciudad y a 2 kilómetros del balneario El Cóndor, y es el faro más antiguo de la Patagonia. Fue inaugurado por el gobernador de Río Negro, general Lorenzo Winter, está a 45.62 msnm y su figura blanca tiene 12 metros de altura que soporta el armazón de hierro para colocar lámparas cuya acción es visible a más de 25 kilómetros de distancia. En la actualidad sigue funcionando a pesar de las nuevas tecnologías que conquistaron la navegación.
La otra, ubicada en el corazón mismo de la ciudad de Viedma, en lo que se conoce como la manzana histórica, también le brinda un servicio a la comunidad con sus 26.816 volúmenes de patrimonio bibliográfico. Su lugar de funcionamiento estaba en la Sede del Club Unión, pero en 1888, el Coronel Napoleón Berreaute trasladó la institución al edificio de la gobernación. En 1906 adquirió el nombre de Biblioteca Popular Bartolomé Mitre como homenaje al pensador y gobernante fallecido pocos días antes.
Ambos comparten el 25 de mayo de 1887 como su fecha fundacional.
Una coincidencia no menor es que el faro y la biblioteca de Alejandría también fueron construidos en los mismos años alrededor del 285 AC. A otra escala, es posible encontrar puntos de contacto entre estos momentos.
El faro de Río Negro fue el primero en la Patagonia pero además es hoy la señal más antigua del país, que continúa en funcionamiento y es manejada por dos efectivos del departamento balizamiento del Servicio de Hidrografía Naval, de la Armada Argentina. Su nombre, naturalmente, es a razón del sitio donde se erigió la señal más antigua del mundo (la isla de Pharos en Alejandría).
Por otra parte, bien sabido es el hecho de que la gigantesca biblioteca de Alejandría ha sobrevivido varios incendios hasta quedar en ruinas. La biblioteca de Viedma también ha sido acosada por catástrofes climáticas. En 1899 el edificio que la albergaba fue destruido por la inundación que afectó a Viedma, quedando la biblioteca sin espacio físico que la albergara.
Sin embargo, en nuestro caso aún conservamos estos monumentos del pasado, que se inmortalizan no sólo en la memoria de los habitantes sino también en su conservación y funcionamiento actuales. No dejemos que las llamas del tiempo quemen a nuestra biblioteca y faro. Brindemos por su existencia y las historias que cuentan sus cimientos.
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