El Viejo Expreso Patagónico La Trochita suma otro atractivo a su recorrido turístico.
Los pasajeros que iban a bordo de la formación en esa cálida tarde de enero no salían de su asombro al ver que un grupo de hombres de a caballo, con sus rostros semicubiertos por pañuelos, al mejor estilo “far west”, se acercaba al tren y lo detenía a mitad de su recorrido, en plena estepa patagónica. Los “bandoleros” se subieron a los vagones, sacaron sus “armas” y comenzaron a pedirles dinero a los viajeros, en su mayoría turistas extranjeros.
La angustia y el susto duran sólo unos minutos, ya que al instante comienzan a darse cuenta de que se trata de una ficción, un simulacro armado por un grupo de vecinos de Esquel, que termina en risas y aplausos. Y por supuesto, como en los viejos asaltos a los trenes, no podía faltar un rapto. Una dama que viaja entre los pasajeros será raptada y llevada por uno de los jinetes: no es otra que su propia mujer, que forma parte de la puesta en escena.
Los “ladrones” también se llevarán un botín: las colaboraciones que recauden en sus sombreros, destinadas a los comedores para niños carenciados de la ciudad de Esquel.
Una puesta en escena que entrecruza el lento andar del Viejo Expreso Patagónico con las leyendas de los bandidos que en otros tiempos asolaron los caminos de esta parte de la Patagonia: Butch Cassidy y Sundance Kid. Seguramente un anacronismo, ya que estos personajes no convivieron con la llegada del tren a estos territorios, pero algo que la imaginación perfectamente puede reunir.