Las regiones polares están implicadas en muchos de los procesos planetarios más importantes: el cambio en el nivel de los mares, los ciclos biogeoquímicos, el cambio climático global y, como consecuencia de esto, las actividades humanas básicas.
Por otra parte, los Polos son un reservorio del pasado de la Tierra: en su helado corazón guardan uno de los más precisos registros de la historia de todo el sistema terrestre.
A pesar de su semejanza e interconexión estas dos áreas pocas veces han recibido una atención conjunta. Quizá por su lejanía recíproca, por el diverso grado de habitabilidad humana, o por razones más fortuitas, la mayoría de los estudios y observaciones no las tienen en cuenta como un todo.
La Antártida, nuestro Polo cercano
Muchas son las actividades ya programadas que tienen como protagonistas a científicos argentinos con estudios sobre la Antártida, el inmenso continente de hielo que alberga al Polo Sur, el más desconocido de los Polos.
Algo sobre la Antártida
Hielos inmemoriales, volcanes activos, espejismos y el misterio de las tierras más remotas del mundo que no han sido tocadas por la mano del hombre y donde la realidad parece distorsionarse, todo eso es la Antártida.
La Antártida es aún hoy una gran incógnita, tal como la bautizaron los primeros cartógrafos: “Terra Incognita Australis”. Fue uno de los últimos continentes en ser descubierto y no fue pisado por primera vez sino hasta 1821, cuando aún no descartaban la posibilidad de que solo sea un gran iceberg.
Las leyes conocidas por el hombre parecen invertirse y doblarse en este lugar único que crece anualmente con las estaciones, donde el día dura 6 meses al igual que la noche y donde la humedad es la más baja del mundo, a pesar de los millones de kilómetros cuadrados recubiertos de hielo.
Con la llegada del invierno llega también el manto de la espesa penumbra; durante el solsticio de invierno hay al menos un día (noche, en realidad) en que no sale completamente el sol. Ocurre lo opuesto durante el solsticio de verano, en el cual hay un día en el que el sol no se oculta completamente. Esto se debe a que el eje de rotación de la tierra está inclinado con respecto al plano de la órbita alrededor del Sol.
Su clima polar es riguroso, se han registrado aquí las temperaturas más bajas de la Tierra y los vientos más fuertes. Aunque las costas son más cálidas que el interior, y el Polo mismo parece ser uno de los puntos más serenos del planeta.
Igual que en su hermano, el Ártico, se registran aquí fenómenos ópticos extraños, producto del reflejo de la luz en el hielo y la combinación de esto con la inclinación del eje terrestre. La Aurora Austral, mucho más difícil de ver que la Boreal, es, sin embargo, un espectáculo inigualable.
La Flora y la Fauna muestran también grandes contrastes entre las costas y el interior. No hay una gran variedad de especies, pero sí muchos ejemplares de cada una, dado que están muy bien adaptados a las condiciones del ambiente.
En la tierra blanca, nada es lo que parece: vientos súbitos, nubes de hielo, la vida escondida bajo la superficie acuática, espejismos, meses enteros sin luz u oscuridad y luces en el cielo acompañadas por el constante avance y retroceso del continente mismo con las estaciones, son el marco de este lugar eterno que solo obedece a las leyes del desierto de hielo.