La población de orcas es de sólo 32 ejemplares en la Patagonia Atlántica argentina, pero no por eso su importancia es menor, ya que han despertado el interés científico por su método de caza heterodoxo. Nos referimos al varamiento intencional. Los cetáceos encallan voluntariamente en las costas para capturar a su presa, generalmente crías de lobos y elefantes marinos.
Ellas necesitan comer y, cada tanto, su apetito justifica uno de los espectáculos más inolvidables que la fauna marina puede deparar. Sin embargo, el
avistaje de orcas es muy difícil de lograr, a diferencia del de la ballena franca austral.
En octubre y noviembre, las orcas se arrojan con temeridad en línea transversal o diagonal a la costa, se impulsan con su robusta aleta caudal y varan dos tercios de su cuerpo cerca de la orilla para atrapar su alimento. La presa lucha por su liberación pero es inútil: la orca es el conquistador que marca el terreno, y que se retira triunfante con el botín a su comarca, dejando detrás sólo el ruido de las olas rompiendo en la orilla.
El varamiento intencional sólo se registró en las Isla Crozet, en el océano Indico, además de la Península Valdés, pero a diferencia de ésta, aquellas se encuentran en una zona remota, difícil de acceder.
Esta conducta fue estudiada por Juan Carlos López durante los 13 años que fue guardafauna en las costas de Chubut. Desde entonces, el investigador lleva 23 años trabajando con orcas en libertad. Entre otras cosas, realizó el primer catálogo fotográfico de identificación que existe en nuestro país, que permite hacer un seguimiento individualizado de los cetáceos.
Más allá de la espectacularidad de la estrategia del varamiento intencional, también es cierto que los intentos son muy arriesgados, ya que las orcas se exponen al peligro de quedar varadas permanentemente en la orilla.
El guardafauna e investigador de cetáceos Roberto Bubas señala que este extraño comportamiento de caza es un hecho cultural. Es una habilidad aprendida y no una característica instintiva e innata de la especie, es decir, que necesita ser transmitida de generación en generación.
Por esta razón, explica, el varamiento intencional se encuentra amenazado: «Las evidencias sugieren que de las 32 orcas que hay en la zona de la Península, sólo 7 adoptaron la estrategia como principal técnica de caza y de esos sólo 5 participan de su enseñanza a la progenie. Es una técnica que parece requerir un largo período de entrenamiento. Es imprescindible garantizar el paso intergeneracional de esta habilidad única en el planeta, que podría depender de no más de diez individuos”.
Bubas fue premiado por la Corporación Mitsubishi –a través de la Fundación Iara- con 72.000 dólares por su monitoreo de la población de Orcas en Península de Valdés y su estudio sobre las técnicas de caza. El reconocimiento se hizo en el acto de inauguración de una sala de Orcas en el Museo Oceanográfico de Puerto Madryn. El premio le permitirá a Bubas continuar sus investigaciones pero con mayores recursos para emprender proyectos más grandes.
Según el investigador, el origen del varamiento intencional podría estar vinculado a las matanzas de cientos de miles de lobos marinos realizadas por la familia Machinea entre 1917 y 1953. Debido a la falta de presas, los cetáceos habrían tenido que innovar su técnica de caza para sobrevivir. Bubas estima que antes de estas matanzas podrían haber existido más de 70 orcas en la zona.
Perfil de las Orcas
Las orcas (Orcinus orca) son los miembros más grandes de la familia de los delfines oceánicos y los máximos predadores del mar. Habitan en todo tipo de océanos, desde regiones árticas frías a los mares tropicales cálidos, pasando por zonas templadas como la que encuentran en Península de Valdés.
Entre sus características físicas hay que mencionar el lomo negro, el pecho y laterales blancos y un área blanca cerca del ojo. Los machos suelen pesar hasta 7 toneladas y miden entre 6 y 9 metros, mientras las hembras pesan hasta 6 toneladas y miden alrededor de 5 metros. La orca es uno de los mamíferos marinos más veloces, alcanzando velocidades de hasta 56 km/h.
Las orcas se desplazan en grupos numerosos, conducidos por una hembra adulta, que en general es madre y probablemente abuela de varios de los integrantes del grupo. Son individuos muy sociables y cada grupo posee dialectos propios, si bien esto no imposibilita que se puedan comunicar con otras manadas.
A las orcas también se las identifica con el nombre “ballenas asesinas”, lo cual induce el error de creer en una naturaleza violenta inmotivada del cetáceo, cuando lo cierto es que sólo atacan cuando sienten hambre. De hecho, no es un animal que ataque al hombre. Además conviene aclarar que las orcas no son ballenas, aunque pertenecen al igual que ellas al orden general de los cetáceos.
En realidad, la creencia en el carácter «asesino» de las orcas deriva del hecho de que conforman el eslabón más alto de la cadena alimentaria del mar, alimentándose de peces, aves, tortugas, focas, lobos marinos, elefantes marinos, tiburones y de ballenas.