Descripción
El magnífico patrimonio arquitectónico de Buenos Aires constituye sin dudas uno de sus principales atractivos; su desconcertante eclecticismo testimonia la síntesis cultural que caracteriza la identidad nacional. Este apasionante recorrido nos permitirá descubrir la historia y la cultura porteña a través de sus edificios.
Nuestro recorrido se inicia en la Plaza de Mayo con el ejemplo más famoso de arquitectura colonial de Buenos Aires: el Cabildo, primitivo ayuntamiento virreinal. Luego la Catedral Metropolitana, de estilo neoclásico. A continuación, la Casa Rosada, nuestro Palacio de Gobierno. Finalmente, vemos las huellas del monumentalismo arquitectónico, tan caro al fascismo como reconocible en Sudamérica, en el edificio del Ministerio de Economía.
La Avenida de Mayo fue construida a finales del siglo XIX, a imagen y semejanza de los bulevares parisinos. Ambos lados de la avenida observaremos construcciones de estilos tan disímiles como el academicista, el borbónico, el italiano, el neobarroco, el art nouveau y el art déco, entre otros.
La siguiente parada, Puerto Madero, nos permitirá observar el último estadio en la evolución urbana de Buenos Aires, que finalmente ha integrado el río a la ciudad, una cuenta pendiente desde hacía mucho tiempo. Allí visitaremos el área conocida como “Pequeña Manhattan”, donde se encuentran espectaculares edificios de última generación construidos por los más grandes arquitectos argentinos del presente, como César Pelli y Mario Roberto Álvarez, y cruzaremos el Puente de la Mujer, obra del genio español Santiago Calatrava.
Camino a Recoleta, pasaremos junto al Teatro Colón, uno de los mayores atractivos de la ciudad. Luego visitaremos la Plaza San Martín, diseñada por el célebre arquitecto y paisajista Charles Thays. Alrededor de la plaza, admiramos algunos de los edificios más característicos de la ciudad: el ex Palacio Paz, de dimensiones monumentales y el Edificio Kavanagh, primer rascacielos de Sudamérica.
Ya en la Recoleta, recorremos el legendario Cementerio homónimo, inaugurado en 1822. Este verdadero laberinto de intrincados monumentos fúnebres, ocupa cuatro manzanas, y reúne los trabajos de algunos de los mejores arquitectos y artesanos de su época. Allí reposan los restos de la flor y nata de la aristocracia argentina, así como los de las principales personalidades de la vida política, incluyendo a Eva Perón; su tumba se ha convertido en una suerte de lugar de peregrinación, en el que nunca faltan visitantes, ofrendas y flores.